PostHeaderIcon Cuarta Cruzada

En 1198 fue nombrado Sumo Pontífice de la Iglesia Inocencio III, con una energía que no se arredraba ante nada ni nadie, logró reforzar el poder de roma, reduciendo a la impotencia a cuantos se oponían a él, expulsado los alemanes de los Estados Pontificios, hizo de éstos una especie de reino independiente y en la lucha por el trono de Alemania hizo triunfar a su candidato, Otón IV y cuando este dejo de serle adicto, consiguió que proclamaran rey de Alemania a su pupilo Federico II, en 1212, asimismo, casi todos los monarcas europeos se reconocieron sus vasallos y obedecieron sus órdenes, como de este modo la corona imperial ya no sería un feudo pontificio, sino que el Papa tendría sobre su cabeza la plenitud tanto del poder espiritual como del temporal, promovió la Cuarta Cruzada.
La Cuarta Cruzada, comenzó a ser predicada en 1202 por un ejército de predicadores populares, sin embargo, sólo los franceses acudieron a tomar la cruz, Venecia tenía una gran flota y el emperador bizantino entorpeció a los venecianos, en cambio ellos lograron firmar un acuerdo en el que ellos estaban al servicio de los intereses cruzados y como casi la totalidad de los participantes de la Cuarta Cruzada eran franceses, éstos se concentraron en Venecia y resolvieron trasladarse a Oriente en naves de esta república.
La ciudad se comprometió entonces a alimentarlos y trasladarlos a Egipto, donde “atacarían al león en su madriguera”, pero los cruzados no podían pagar los subidos gastos de viaje, por habérseles agotado sus recursos, de este modo conquistaron para Venecia la isla de Zara (ciudad cristiana), pagando en esta forma la suma que faltaba para cancelar el transporte a Oriente, y los venecianos pasaron a dominar así en todo el mar Adriático.
La indignación de Inocencio III ante el hecho de que los hombre que iban a combatir por Cristo empezaban inicuamente por derramar sangre cristiana excomulgo sólo a los venecianos y no a los jefes cristianos, pero llegó el príncipe Alejo, hijo del emperador de Bizancio, Isaac el Ángel, el cual había sido destronado, cegado y encarcelado por su propio hermano Nicolás, Alejo propuso a los cruzados un ataque a Constantinopla, para restaurar en el poder a su padre y se comprometía a pagar cuantiosas sumas de dinero para financiar los gastos a la expedición a Egipto, unir a las dos Iglesias cristianas y emprender con las fuerzas bizantinas la guerra contra el Islam, se trataba de obtener el monopolio del comercio con Bizancio, desplazando a los genoveses, comprendiendo las ventajas que para Venecia significaba semejante acuerdo con Alejo, Enrique Dándolo supo ganarse las anuencia de los cruzados, bajo la condición de que, una vez restaurado Isaac, proseguiría la cruzada contra Egipto.
El Papa se limitó sólo a formular severas advertencias, las cuales no fueron tomadas en cuenta por los cruzados, quienes continuaron su marcha hacia Constantinopla, una ciudad fortificada, pero estaba muy debilitada a causa de las luchas partidistas que la consumían y finalmente fue tomada por asalto por los occidentales, el 13 de abril de 1204, los ávidos cruzados no respetaron nada, y durante tres días de desenfrenado pillaje, mientras algunos se abalanzaban sobre santuarios y palacios apoderándose de sus tesoros, otros se dedicaron a violar monjas y mujeres de la nobleza.
Isaac el Ángel fue liberado de su prisión, y los cruzados proclamaron emperador de Constantinopla a su hijo, Alejo IV, pero él no pudo cumplir con sus compromisos económicos con los cruzados, quienes atacaron nuevamente Constantinopla y fundaron un Estado feudal al que llamaron Imperio Latino, integrado por un pequeño núcleo de territorios con capital Bizancio, por su parte, los venecianos se adueñaron de casi media Constantinopla, con Santa Sofía.
El llamado Imperio Latino de Constantinopla fue de corta duración, y Miguel Paleólogo, príncipe de Nicea permitió restaurar el desaparecido Imperio Romano de Oriente este Estado era incapaz de hacer frente al poder en ascenso de los turcos otomanos, su única salvación, era una alianza imposible con Roma, después de la Cuarta Cruzada. Ésta, con sus abusos, agudizó un odio bizantino hacia Occidente, más allá de todo límite.
La Cuarta Cruzada o “Cruzada Latina”, como también se la llama, dio un golpe mortal al ya débil Imperio Bizantino, Inocencio III volcó todo su desencanto por el fracaso de la cruzada y su desviación hacia objetivos nada cristianos, fulminando en una bula condenatoria a aquellos cristianos que, olvidándose de su misión espiritual, se habían dejado arrastrar por bajos apetitos materiales.

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