PostHeaderIcon Octava Cruzada

La Octava Cruzada (1270) fue la segunda emprendida por Luis IX y constituyó el último esfuerzo de la Europa cristiana por salvar el reino de Jerusalén, o por lo menos retardar su completa ruina, los preparativos duraron tres años, el rey de Francia se embarcó en Aguas Muertas como la primera vez, pero el objetivo no fue Siria ni Egipto, sino Túnez, la decisión se adoptó en una junta militar en Cagliari, Cerdeña, y obedeció a una promesa de hacerse cristiano del emir mahometano de Túnez, Muley-Mostansah, con lo cual podrían ganar un aliado en la guerra contra Egipto, los débiles herederos de Federico II, esperaba de esa manera verse libre de los piratas tunecinos y obtener el pago de tributos de Muley-Mostansah.
El 17 de julio de 1270 desembarcaron los cruzados en la costa tunecina, después de haber tomado la fortaleza de Cartago se dispusieron a esperar la llegada de los refuerzos, al mando de Carlos de Anjou, pues ya habían comprendido la falsedad de las promesas de Muley-Mostansah, el emir de Túnez recurrió a Egipto, y el sultán Bibares movilizó el ejército en su ayuda, Pero el calor y las epidemias, los inundo, Luis IX atento a los apestados, procuraba aliviarles y prodigarles cuidados, pero fue víctima del contagio y murió, la cruzada quedó totalmente desorganizada, pero llegaron las tropas de Carlos de Anjou y de Felipe el Bravo, sucesor de Luis IX, además de Teobaldo de Navarra, los cruzados libraron con éxito varios combates contra Muley-Mostansah, pero limitaron sus acciones en vista de que Carlos de Anjou consideraba inútil la continuación de la guerra contra Túnez y a fines de octubre fue firmada la paz con el emir, y según este tratado, Muley-Mostansah debía renovar y duplicar el pago de tributos al rey de Sicilia, expulsar de Túnez a los gibelinos allí refugiados y retribuir los gastos militares sufridos por los reyes cristianos.
La principal cláusula del convenio fue la que garantizaba la seguridad en Túnez de los comerciantes súbditos del reino de Sicilia, como lo expresaban los correspondientes artículos del convenio, obligaciones análogas aceptaba también la otra parte contratante, en consecuencia, este convenio creaba garantías definidas para el normal desarrollo del comercio entre Túnez y Sicilia además de la libertad de los cautivos, y que los cristianos podían residir y levantar templos en todas las ciudades de Túnez.
Una vez conseguido esto, Carlos de Anjou se embarcó con el ejército, pero una tempestad causó el naufragio en que perecieron cuatro mil cruzados, como el rey de Sicilia propusiese a los franceses la conquista de Grecia y ellos se negasen, les confiscó las naves y sus efectos, todavía el Papa Gregorio IX planteó la necesidad de una nueva cruzada en el Concilio de Lyon, en 1274, pero no hubo acogida, pese a que Rodolfo de Habsburgo ofreció cruzarse, aun así no hubo voluntarios suficientes para luchar por el Santo Sepulcro, unos tras otros fueron destruidos por Egipto los últimos dominios de los francos en el Oriente, en abril de 1289 las tropas del sultán Kelaún tomaron Trípoli, y dos años más tarde, en Mayo de 1291, cayó Acre, convertida en ruinas, a los cristianos sólo les restaba Tolemaida, y la perdieron en 1291, había terminado el movimiento de las cruzadas y también el reino de Jerusalén dejaba de existir, la caída de Acre en poder de los musulmanes pone fin a las cruzadas, casi dos siglos después de que el Papa Urbano II, en el Concilio de Clermont, en 1095, llamara a “una guerra santa por Tierra Santa contra los infieles musulmanes”, después de 1291 los cruzados se mantuvieron un tiempo bastante largo únicamente en la isla de Rodas, donde a comienzo del siglo XIV se establecieron los hospitalarios, y en la isla de Chipre, donde en la Tercera Cruzada se habían establecido los caballeros francos, los eclesiásticos y los negociantes, los turcos osmanlí conquistaron Rodas, y en 1570 el reino de Chipre, que desempeñaba un importante papel en el comercio mediterráneo y aunque surgieron en diversos períodos de la historia expedicionarios interesados en acabar con el Islam, cuando intentaron persuadir a Luis XIV a conquistar el Egipto, el ministro Pomponne respondió que las cruzadas habían dejado de estar de moda en Europa, desde la muerte de San Luis, en 1270.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

eres gei

Anónimo dijo...

mierda de informe

Anónimo dijo...

si con esto no apruebo me las corto